MIME-Version: 1.0 Content-Location: file:///C:/172816A5/Poeticamentehabitaelhombre.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="us-ascii"
La voz está tomada de un poe=
ma
de Hölderlin tardío y transmitido de modo peculiar. Comienza:
“En amable azur florece con el metálico tejado el
campanario...” (Ed. de Stuttgart, 2, 1, p.372 y ss.; Hellingrath VI p=
.24 y
ss.). Para que bien oigamos la voz: “...poéticamente habita el
hombre...” debemos devolverla cuidadosamente al poema. Para eso pense=
mos
con cuidado la voz. Aclaremos los cuidados que inmediatamente despierta. Pu=
es
de otra manera, nos falta la libre preparación para responder a la v=
oz
por vía tal, que la sigamos.
&=
#8220;...Poéticamente
habita el hombre...”. Que los poetas a veces habiten poéticame=
nte,
podríamos en última instancia representárnoslo.
¿Cómo, no obstante, “el hombre”, esto quiere deci=
r:
cada hombre como hombre y constantemente ha de habitar poéticamente?
¿No permanece siendo todo habitar inconciliable con lo poétic=
o?
Nuestro habitar está apremiado por la carencia de viviendas. Aun si
fuera de otro modo, nuestro habitar de hoy está azuzado por el traba=
jo,
es inestable por la caza de provecho y éxito, está embrujado =
por
el afán de diversión y recreo. Donde en el habitar de hoy,
empero, aún queda espacio para lo poético y tiempo reservado,=
se
lleva a cabo, a lo sumo, una ocupación con las bellas letras, sean
éstas escritas o radiadas. La poesía es o desechada como un
ilusorio languidecer y revolotear hacia lo irreal, y negada como huí=
da
al idilio, o bien, se cuenta la poesía como literatura. La validez de
ésta es apreciada con la vara de medida de la actualidad del caso.=
span>Notea. Lo
actual, por su parte, está hecho y manejado por los órganos de
formación de opinión pública civilizadora. Uno de sus
funcionarios, esto es: impulsor y pulsado a la vez, es la industria literar=
ia.
Así pues, la poesía no puede aparecer de otro modo que como
literatura. Aun donde ella es considerada como medio de cultura y
científicamente, es el objeto de la historia literaria.<=
span
style=3D'font-size:10.0pt;font-family:"Trebuchet MS"'>Noteb. La
poesía occidental concursa bajo el título general:
“Literatura europea”.
A=
hora
bien, si la poesía tiene presuntamente su única forma de
existencia en lo literario, ¿cómo, entonces, el habitar human=
o ha
de estar fundado en lo poético? La voz, que el hombre habita
poéticamente, proviene por lo demás, sólo de un poeta y
por cierto de aquél, que, como se oye, no pudo con la vida. La
índole de los poetas es ver por encima de lo real. En vez de obrar,
ellos sueñan. Lo que hacen, es sólo imaginado. Las
imágenes son simplemente cosas
¿El habitar del hombre ha.Vishiophechas. El act=
o de
hacer se llama griegamente de=
ser
poesía y poético (Poesie und poetisch)? Pero, sólo pue=
de
aceptar esto quien está fuera de lo real y no quiere ver, en cu&aacu=
te;l
estado la vida histórico - social de los hombres –los
sociólogos lo llaman lo colectivoNotec. -=
se
encuentra hoy.
Mas, antes que declaremos de tan bu=
rdo
modo habitar y develar poético(1) como inunibles, puede ser bueno
atender sobriamente a la voz del poeta. Ella habla del habitar del hombre. =
No
describe estados del habitar de hoy. Ante todo, no afirma que habitar
signifique ocupar una habitación. Tampoco dice que lo poético=
se
agote en el juego irreal de la imaginación poética.
¿Quién, pues, entre los que reflexionan, se atrevería
entonces, sin meditar y desde una altura algo cuestionable, a declarar que =
el
habitar y lo poético no se soportan? Tal vez ambos se soportan.
Más aún. Tal vez el uno hasta porta al otro, a saber as&iacut=
e;:
que éste, el habitar, reposa en aquél, lo poético.
Ciertamente, si nos animamos a pensar (vermuten) algo tal, entonces nos es
solicitado el ánimo (zugemutet) de pensar el habitar y el develar
poético a partir de su ser.(2) Si no nos cerramos a esta
animación y soli-citación (Zumutung), entonces pensamos aquel=
lo
que se suele llamar la existencia del hombre, a partir del habitar. Con ell=
o,
por cierto, dejamos caer la representación habitual del habitar.
Según ella, el habitar sigue siendo sólo un modo de comportam=
iento
del hombre junto a muchos otros. Trabajamos en la ciudad, habitamos, sin
embargo, en las afueras. Estamos de viaje y en él habitamos ora
aquí, ora allá. El así mentado habitar nunca es m&aacu=
te;s
que ocupar un alojamiento.
Cuando Hölderlin habla del
habitar, contempla el trazo fundamental del Dasein humano. Lo
“poético”, empero, lo ve desde la relación a este
habitar entendido esencialmente.
Esto, desde luego, no significa que=
lo
poético sea meramente un decorado y un aditamento para el habitar. Lo
poético
A=
sí,
estamos ante una doble animación y soli-citación (Zumutung): =
por
una parte, pensar aquello que se llama la existencia
Pero, ¿de dónde tenem=
os,
nosotros hombres, noticia sobre el ser como
“...po&eacu=
te;ticamente,
habita el hombre...”
dice el poeta. Oímos m&aacut=
e;s
claramente la voz de Hölderlin, cuando la restituimos al poema
“Pleno de
mérito, mas poéticamente, habita
el hombre sobre e=
sta
tierra.”
El tono fundamental de los versos v=
ibra
en la palabra “poéticamente”. Ella está realzada =
de
dos lados: Por aquello que la antecede y por aquello que la sigue.
Delante van las palabras: “Pl=
eno
de mérito, mas...” Eso suena casi del
“Pleno de mérito (por
cierto), mas poéticamente, habita el hombre...”. A esto siguen=
en
el texto las palabras: “sobre esta tierra”. Bien se podrí=
;a
tener esta adición por superflua; pues, ciertamente, habitar signifi=
ca
ya: morante residencia (Aufenthalt)
Pero, cuando Hölderlin osa dec=
ir
que el habitar de los mortales es poético, entonces esto, apenas dic=
ho,
despierta la apariencia de que el habitar “poético”
precisamente arrancara a los hombres de la tierra. Pues, ciertamente, lo
“poético” (Dichterische) pertenece, cuando vale
“Pleno de
mérito, mas poéticamente, habita
El hombre sobre e=
sta
tierra.”
¿Sabemos ahora, hasta qu&eac=
ute;
punto el hombre habita poéticamente? Todavía no lo sabemos. P=
eor
aún, caemos en el peligro de introducir pensando desde nosotros, algo
extraño en la develante voz poética de Hölderlin. Pues
Hölderlin nombra, es cierto, el habitar
Aquí, ciertamente, importa
considerar algo esencial. Una breve observación es necesaria. El dev=
elar
poético y el pensar se encuentran en lo mismo (im selbe) sólo
cuando y sólo en cuanto permanecen decididamente (entschieden) en la
diversidad (Verschiedenheit) de su ser. Lo
mismo jamás se recubre con lo igual, ni tampoco con la vacua uniform=
idad
(Einerlei) de lo meramente idéntico (Identische). L=
o igual
se desplaza continuamente a lo carente de diferencia (Unterschiedlose), para
que todo concuerde en ello. Lo mismo (selbe) es, por el contrario, el
vinculante oírse y responderse (Zusammengehören) de lo diverso
(Verschiedene), a partir de la recolección a través de la
diferencia (Unterschied). Lo Mismo (das Selbe) sólo se deja decir,
cuando es pensada la diferencia. En la justa (Austrag) de lo diferente
(Unterschiedene) viene al lucir el recolectante ser de lo mismo (selbe). Lo
mismo destierra todo celo por siempre sólo equilibrar (ausgleichen) =
lo
diverso en lo igual (gleiche). Lo mismo recolecta lo diferente en un origin=
ario
concierto (Einigkeit). Lo igual, por el contrario, disipa en la sosa unidad
(Einheit) de lo sólo uniformemente uno (einförmig Einer).
Hölderlin supo a su modo de estas relaciones. Él dice en un
epigrama que lleva el título: “Raíz de todo mal”,=
lo
siguiente:
“Ser
concertado, es divino y bueno; ¿De dónde, pues, el afá=
n
entre los hombres,
que sólo el uno y lo uno sólo sea?”
(Ed. de Stuttg. I=
, 1
p. 305)
Si pensando vamos tras (nachdenken)
aquello que Hölderlin poéticamente devela sobre el habitar
poético
Pero, ¿qué dice
Hölderlin del habitar poético
“¿Pu=
ede,
si puro esfuerzo la vida, un hombre
alzar la mirada y decir: así
quiero también yo quiero ser? Sí. Tanto como la amabilidad
aún
junto al corazón, la Pura, dure, mídese
no desdichadamente el hombre
con la divinidad. ¿Es desconocido dios?
¿Es él abiertamente presente como el cielo? Esto
creo más bien. Del hombre medida es.
Pleno de mérito, mas poéticamente, habita
el hombre sobre esta tierra. Pero, más pura
no es la sombra de la noche con la estrellas,
si así pudiera yo decir, que
el hombre, que es llamado una imagen de la divinidad.
¿Dase sobre la tierra Notee. una medida? Dase
ninguna.”
Meditaremos sólo un poco a
partir de estos versos y ciertamente con el único propósito de
oír más claramente lo que Hölderlin mienta cuando llama =
el
habitar del hombre un habitar “poético”. Los primeros de
entre los versos leídos nos dan una seña. Están en la
forma de una pregunta que es afirmada sin renuencias. Ésta dice en
perífrasis lo que los versos ya elucidados inmediatamente enuncian:
“Pleno de mérito, mas poéticamente, habita el hombre so=
bre
esta tierra.” Hölderlin pregunta:
“¿Pu=
ede,
si puro esfuerzo la vida, un hombre
alzar la mirada y decir: así
quiero yo también ser? Sí.”(4)
S=
ólo
en el ámbito del mero esfuerzo el hombre se esfuerza por hacer
méritos. Ahí él se los procura en plenitud. Pero, al
hombre le es permitido Notef. a=
la vez,
en este ámbito, a partir de él y a través de él,
alzar la mirada (aufschauen) hacia los celestiales. El alzar
E=
l ser de
la Dimensión es el otorgamiento en medida despejado y así med=
ible
bare Zumessung)
, y por eso no es una merahgLa
conmensuración conmensura no sólo la tierra, por,Vonaruogeo-metr&iacut=
e;a.
Igualmente ella tampoco conmensura, cada vez, el cielo, sí. La conmensuració=
n no
es una ciencia. El conmensurar mide originariamente t)(7) el entre, que tra=
e a
ambos, cielo y tierra, el uno al otro. Esteb(ermi y por esto su propia métric=
a.nortemc=
onmensurar
tiene su propio
La conmensuración
El
develar poético es presumiblemente un medir eminente. Más
aún. Tal vez debemos pronunciar la proposición: develar
poéticamente es medir, con la otra acentuación: Dev=
elar
poéticamente es medir. En el develar poético se da en
propiedad (ereignet sich), lo que es todo medir en el fondo de su ser. Por eso importa atender al acto fundam=
ental
Pero, ¿cómo vamos a demo=
strar
que Hölderlin piensa el ser de la poesía como toma de medida?
Aquí, nada necesitamos demostrar. Todo demostrar es siempre una empr=
esa
supletoria, fundada en presuposiciones. De acuerdo a cómo ést=
as
sean puestas inicialmente en cada caso, se deja demostrar todo. Pero,
contemplar (beachten), podemos sólo poco. Así pues, basta si
atendemos (achten) a la propia voz del poeta. En los versos siguientes, en
efecto, Hölderlin pregunta previo a todo y propiamente, sólo po=
r la
medida. Ella es la divinidadNotem.
con la q=
ue el
hombre se mide. El preguntar comienza en el verso 29 con las palabras:
“¿Es desconocido dios?”. Es claro que no. Pues si lo fue=
ra,
¿cómo podría él, como desconocido, ser en cada =
caso
la medida? Pero –y ahora es importante oír y retener firmemente
esto- dios, como aquel que él es, es desconocido para Hölderlin=
, y
precisamente como este desconocido es él la medida para el po=
eta.
Por eso también lo consterna el incitante preguntar: ¿C&oacut=
e;mo
puede, lo que según su ser permanece desconocido, llegar alguna vez a
ser medida? Pues aquello tal, con lo que el hombre se mide, debe, por ciert=
o,
participarse, debe aparecer. Pero, si aparece, entonces es conocido. El dios
es, no obstante, desconocido y es, con todo, la medida. No sólo esto,
sino que el dios que permanece desconocido debe, en cuanto se muestra
como aquel que Él es, aparecer como el que permanece desconocido. La=
abierta
presencia de Dios (Offenbarkeit Gottes), no primeramente É=
;l
mismo, es lo pleno de misterio. Por eso, inmediatamente pregunta el poeta la
pregunta próxima: “¿Es él abiertamente presente =
como
el cielo?” Hölderlin responde: “Esto/ creo más
bien.” Noten.
¿Por
qué, así preguntamos nosotros ahora, se inclina el
ánimo (Vermutung) del poeta hacia allí? Responden las voces q=
ue
se enlazan inmediatamente. Rezan escuetamente: “Del hombre medida
es”. ¿Qué es la medida para el medir humano? ¿Di=
os?
¡No! ¿La abierta presencia del cielo? ¡No! La medida
consiste en el modo como el dios que permanece desconocido, en tanto tal, e=
s abiertamente
presente a través del cielo. El aparecer del dios a través del
cielo consiste en un develar, que deja ver aquello que se oculta, pero deja=
ver
no buscando arrancar lo oculto de su estar en ocultamiento (Verborgenheit),
sino guardando lo oculto en su ocultarse. Así aparece el dios
desconocido, a través de la abierta presencia del cielo, como el
desconocido. Este aparecer es la medida en relación a la que el homb=
re
se mide.
Una
rara medida, turbadora, así parece para el habitual representar de l=
os
mortales, incómoda para el fácil entenderlo todo del opinar
cotidiano, que de buen grado se impone como la medida rectora para todo pen=
sar
y meditar.
Una
rara medida para el representar usual y en particular también para t=
odo
representar sólo científico; en ningún caso una vara o
bastón que se pueda coger con las manos; pero, en verdad, más
sencillo de manejar que éstos, si tan sólo nuestras manos no
cogen, sino que son guiadas por gestos, que corresponden a la medida, que
aquí se ha de tomar. Esto acontece en un tomar, que nunca arrebata la
medida, sino que la toma en el recogido percibir, que permanece siendo un
oír.
Pero,
¿por qué esta medida tan extraña para nosotros, los de
hoy, ha de ser asignada cual inspiración (zugesprochen) al hombre y a
través de la toma de medida del develar poético participada?
Porque sólo esta medida mide t) el ser del hombre. Pues el hombre
habita, en cuantoboriginari=
amente
(er-mi mide de un confín a otro el “sobre la tierra” y el
“bajo el cielo”. Este “sobre” y este “bajo=
221;
se copertenecen (zusammengehören). Su uno-en-otro (Ineinander) es la
medición de un confín a otro que el hombre en todo momento
recorre, en tanto él es como terrenal. En un fragmento (Ed. de
Stuttg. 2, 1 p.334) dice Hölderlin:
“¡Siempre, querido! Va la tierra y =
el
cielo mantiene.”
Porque el hombre es en tanto se
sostiene en la Dimensión (die Dimension aussteht), su ser debe cada =
vez
ser conmensurado (vermessen). Para ello, necesita de una medida que toque de
una vez toda la Dimensión. Avistar esta medida, medirla originariame=
nte
(er-messen) como medida y tomarla como medida, eso es para el poeta: develar
poéticamente. El develar poético es esta toma de medida y por
cierto para el habitar del hombre. Inmediatamente tras la voz “del ho=
mbre
medida es” siguen expresamenteNotep.
en el po=
ema
los versos: “Pleno de mérito, mas poéticamente habita el
hombre sobre esta tierra.”
¿Sabemos ahora lo que para
Hölderlin es lo poético? Sí y no. Sí, en tanto
recibimos una indicación, siguiendo la cual se ha de pensar el devel=
ar
poético, a saber, como un eminente medir. No, en tanto el develar po=
ético,
como el medir originariamente (Er-messen) aquella extraña medida, se
vuelve siempre más pleno de misterio. Y aun, bien debe seguir siendo
así, si, por otra parte, estamos preparados para mantenernos abiertos
(auf-zu-halten)Noteq.
en el do=
minio
esencial de la poesía.
Con todo, extraña ciertamente, =
que
Hölderlin piense el develar poético como un medir. Y eso con
razón, mientras representemos el medir en el sentido para nosotro=
s corriente.
Ahí, con la ayuda de algo conocido, a saber: los metros y escalas de
medida, algo desconocido es recorrido contando los pasos, de este modo es h=
echo
conocido y así es encerrado en una cantidad y orden supervisables en
todo momento. Este medir puede variar en cada caso según la especie =
de
aparatos empleados.Noter.
Pero
¿quién garantiza pues, que este habituado modo de medir,
sólo porque es el habitual, ya acierte en el ser del medir? Cuando
oímos de la medida, pensamos instantáneamente en el
número, y representamos ambos, medida y número, como algo
cuantitativo. Sólo que ni el ser de la medida, como tampoco el ser d=
el
número, son un quantum. Con números bien podemos contar, pero=
no
con el ser del número. Si Hölderlin ve el develar poético
como un medir y él mismo, ante todo, lo cumple como la toma de medid=
a,
entonces, nosotros debemos, para pensar el develar poético, meditar
siempre de nuevo y en primer lugar la medida que en el develar poéti=
co
es tomada; debemos atender a la índole de este tomar, que no reposa =
en
un echar mano, ni en general en un coger, sino en un dejar venir lo otorgad=
o en
medida (das Zu-Gemessene). ¿Qué es la medida para el develar
poético? La divinidad; ¿Por consiguiente dios?
¿Quién es el dios? Tal vez esta pregunta es demasiado grave p=
ara
los hombres y demasiado precipitada. Por eso, antes preguntamos qué =
se
ha de decir de dios. Primero sólo preguntamos: ¿Qué es
dios?
Por
fortuna y para ayuda nuestra se conservan versos de Hölderlin, que,
temporalmente y por su asunto, pertenecen al ámbito del poema “=
;En
amable azur florece...”. Ellos comienzan ( (Ed. de Stuttg. 2, 1 p.210=
):
“¿Qué es dios? Desconocido,=
no
obstante
plena de propiedades de él
es la faz del cielo. Así, los rayos
la ira son de un dios. Cuanto más algo es
invisible, se destina a lo extraño...”
Lo
que al dios permanece extraño, las vistas (Anblicke) del cielo, esto=
es
lo familiar (das Vertraute) al hombre. Y ¿qué es esto? Todo lo
que en el cielo, y con ello bajo el cielo, y con ello sobre la tierra, bril=
la y
florece, entona y aroma, sube y viene, mas también va y cae, mas
también lamenta y calla, mas también palidece y obscurece. A =
esto
familiar al hombre, al dios, empero, extraño, se destina el desconoc=
ido,
para en ello permanecer resguardado como el desconocido. El poeta, no obsta=
nte,
convoca todo claror de las vistas del cielo y todo clamor de sus rutas y ai=
res
a la palabra que canta y en ella lleva lo convocado al lucir y sonar.
Sólo que el poeta no describe, si es poeta, el mero aparecer del cie=
lo y
de la tierra. El poeta invoca, en las vistas del cielo, aquello que, en el
develarse, deja aparecer precisamente lo que se oculta y por cierto, com=
o
lo que se oculta. El poeta invoca, en las apariciones familiares, lo
extraño, como aquello a lo que lo invisible se destina, para seguir
siendo lo que ello es: desconocido.
El poeta devela poéticamente
sólo entonces, cuando toma la medida, al decir las vistas del cielo =
de
modo tal que él se ajuste a sus apariciones como a lo extraño=
a
donde el desconocido dios se “destina”. El nombre a nosotros
corriente para vista y aspecto (Anblick und Aussehen) de algo suena
“imagen” (“Bild”). El ser de la imagen es: dejar ver
algo.Notes.
Frente a=
ello
las copias e imitaciones ya son desvirtuaciones de la imagen genuina, que c=
omo
vista deja ver lo invisible y así lo lleva a imagen (einbilden)Notet.
en algo =
a ello
extraño. Porque el develar poético toma aquella medida plena =
de
misterio, a saber, en la faz del cielo, por eso habla en
“imágenes”. Por esto las imágenes poéticas=
son
imaginaciones (Ein-Bildungen) en un sentido eminente: no meras fantas&iacut=
e;as
e ilusiones, sino imaginaciones (Ein-Bildungen) como inclusiones visibles d=
e lo
extraño en la vista de lo confiado. El develante decir las
imágenes reúne claror y clamor de las apariciones del cielo c=
on
la obscuridad y el callar de lo extraño. A través de tales vi=
stas
extraña el dios. En el extrañamiento él da a conocer su
incesante proximidad. Por eso puede Hölderlin en el poema, tras los ve=
rsos
“Pleno de mérito, mas poéticamente, habita el hombre so=
bre
esta tierra”, proseguir:
“...Pero más pura
no es la sombra de la noche con las estrellas,
si así pudiera yo decir, que
el hombre, que es llamado una imagen de la divinidad.”
“...la
sombra de la noche”- La noche misma es la sombra, aquello obscuro, que
nunca puede convertirse en mera tiniebla, porque como sombra permanece conf=
iado
a la luz, proyectado desde ella. La medida, que toma el develar poét=
ico,
se destina como lo extraño -en lo cual el invisible preserva su ser-=
, a
lo confiado de las vistas del cielo. Por eso la medida es cual el modo de s=
er
del cielo. Pero el cielo no es vana luz. El esplendor de su altura es en
sí lo obscuro de su amplitud que todo alberga. El azul del amable az=
ur
del cielo es el color de la profundidad. El esplendor del cielo es orto y o=
caso
del crepúsculo, que alberga todo lo anunciable. Este cielo es la med=
ida.
Por eso el poeta debe preguntar:
“¿Dase sobre la tierra una
medida?”
Y
debe responder: “Dase ninguna”. ¿Por qué? Porque
aquello que nombramos cuando decimos “sobre la tierra”, s&oacut=
e;lo
se mantiene en tanto el hombre habita (be-wohnt) la tierra y en el habitar =
deja
a la tierra ser como tierra.
El
habitar, empero, acontece sólo cuando el develar poético
apropiándonos se da y esencia (west), y por cierto en el modo cuyo s=
er
ahora presentimos, a saber: como la toma de medida para todo medir. Ella mi=
sma
es, propiamente, el conmensurar (Vermessen), ningún mero registrar
medidas (Abmessen) con metros ya confeccionados para la confección de
planos. Por ello, el develar poético tampoco es un construir en el
sentido de erigir e instalar construcciones. Pero, el develar poético
es, como el propio medir originariamente (Ermessen) la Dimensión del
habitar, el construir inicial (anfängliche). El develar poético,
primero, recién y ante todo, deja al habitar del hombre entrar en su=
ser.
El develar poético es el originario dejar habitar.(9)
La
proposición: el hombre habita en tanto construye, ha obtenido ahora =
su
sentido propio. El hombre no habita en tanto instala solamente su morante
residencia sobre la tierra, bajo el cielo, al cuidar, como labriego, el
crecimiento y a la vez erigir construcciones. Este construir lo puede y lo
quiere (vermag) el hombre sólo si ya construye en el sentido de la
poéticamente develante toma de medida. El construir propio acontece
sólo en tanto los poetas son tales, que toman la medida para la
arquitectónica del habitar, para la trama constructiva del habitar. =
Hölderlin
escribe el 12 de Marzo de 1804 desde Nürtingen a su amigo Leo von
Seckendorf: “La fábula, visión poética de la
historia y arquitectónica del cielo, me ocupa en el presente prefere=
ntemente,
en especial lo nacional, en tanto es diverso de lo griego.” (Hellingr=
ath
V2, p.333).
“...poéticamente habita el
hombre...”
El
develar poético construye originariamente (erbaut) el ser del habita=
r.
Develar poéticamente y habitar no sólo no se excluyen. Develar
poéticamente y habitar más bien se copertenecen, concitando
mutuamente uno al otro. “Poéticamente habita el hombre”.
¿Habitamos nosotros poéticamente? Presumiblemente
habitamos del todo impoéticamente. Si es así, ¿es por =
esto
desmentida la palabra del poeta y se vuelve no verdadera? No. La verdad de =
su
palabra es confirmada del modo más inquietante. Pues impoético
sólo puede ser un habitar, porque el habitar es poético en su
ser. Para que un hombre pueda ser ciego, debe permanecer siendo, de acuerdo=
a
su ser, un vidente. Un trozo de madera nunca puede enceguecer. Si el hombre,
empero, se vuelve ciego, entonces siempre queda la pregunta, si la ceguera
viene de una carencia y pérdida o si reposa en una sobreabundancia y
medida excesiva. Hölderlin dice en el mismo poema que va tras el senti=
do
de la medida para todo medir (verso 75/76): “El rey Edipo tal vez tie=
ne
un ojo de más.” Así, podría ser que nuestro habi=
tar
impoético, su no poder ni querer (Unvermögen) tomar la medida,
viniese desde una extraña medida excesiva de un frenético med=
ir y
calcular.
Que
habitemos impoéticamente y hasta qué punto, sólo podem=
os
experimentarlo en cada caso, si sabemos lo poético. Si acaso nos alc=
ance
y cuándo un vuelco del habitar impoético, sólo podemos
aguardarlo, si mantenemos lo poético en la mirada. Cómo y
cuán ampliamente nuestro hacer y dejar de hacer pueden tener parte en
este vuelco, sólo lo comprobaremos nosotros mismos, si asumimos lo
poético en su vigor.
El
develar poético es el poder fundamental (Grundvermögen) del hab=
itar
humano. Pero el hombre puede y quiere (vermag) el develar poético ca=
da
vez sólo según la medida en que su ser esté entregado =
en
propiedad a aquello que quiere (mag) al hombre y por ello necesita su ser. =
En
cada caso acorde la medida de esta entrega en propiedad es el develar
poético propio o impropio.
Por
eso tampoco apropiándonos se da el develar poético propio en =
todo
tiempo. ¿Cuándo y cuánto tiempo hay develar poé=
tico
propio? Hölderlin lo dice en los versos ya leídos (26/29). Su
elucidación fue pospuesta a propósito hasta ahora. Los versos
rezan:
“...Tanto como la amabilidad aún <=
br
clear=3Dall>
junto al corazón, la Pura, dure, mídese
no desdichadamente el hombre
con la divinidad...”
“La
amabilidad”- ¿Qué es esto? Una voz innocua, pero nombra=
da
por Hölderlin con el adjetivo escrito en mayúscula “la
Pura”. “La amabilidad”- Esta voz es, si la tomamos
literalmente, la magnífica traducción de Hölderlin para =
la
voz griega dice Sófloc=
les en
“Ayax” (v. 522):Virac De la =
span>.Virac
“Pues la gracia es la que a la gracia
pro-voca siempre.”
“Tanto
como la amabilidad aún junto al corazón, la Pura, dure...R=
21;
Hölderlin dice en un giro usado de buen grado por él: “ju=
nto
al (am) corazón”, no: en el (im) corazón; “junto =
al
corazón”, esto es, arribada cabe el habitante ser del hombre,
arribada como interpelación (Anspruch) de la medida al corazó=
n,
de modo que éste se convierta a la medida.
Tanto
como este advenimiento de la gracia dure, tanto se logra dichosamente
(glückt es) que el hombre se mida con la divinidad. Si se da
apropiándonos este medir, entonces devela poéticamente el hom=
bre
desde el ser de lo poético. Si se da apropiándonos lo
poético, entonces el hombre habita humanamente sobre esta tierra,
entonces es, como Hölderlin dice en su último poema, “el =
vivir
de los hombres” un “vivir habitando”. (Ed. de Stuttg. 2, 1
p.312)
La
vista
Cuando a la lejanía va el vivir habitand=
o de
los hombres,
donde hacia la lejanía resplandece el tiempo de las vides,
está también con ello la campiña del verano vací=
;a,
el bosque aparece con su obscura imagen.
Que la naturaleza complete la imagen de los
tiempos,
que aquélla perdure, ellos velozmente se deslicen,
es a partir de la perfección, la altura del cielo es esplendor
para los hombres entonces, como la flor corona los árboles.
*******************<= o:p>
“Den Retter
hör’ ich dann in der Nacht, ich hör
Ihn tödtend, den Befreier, belebend ihn,
Den Donnerer vom Untergang zum
Orient eilen und ihm nach tönt ihr,
Ihm nach, ihr mei=
ne
Saiten! Es lebt mit ihm
Mein Lied und wie die Quelle dem Strome folgt,
ich fort und=
bWohin er denkt, so mu
Folge dem Sicheren auf der Irrbahn.”
Hölderlin, “der blinde
Sänger” (Vs.29-36)
“Al salvador
oigo entonces en la noche, lo oigo
matando, al liberador, vivificando, a él,
al tronante, lo oigo apresurarse desde
el ocaso al oriente y acorde a él entonad vosotras,
acorde a é=
l,
¡vosotras mis cuerdas! Con él vive
mi canción y como el manantial sigue al torrente,
hacia donde él piensa, así debo yo ir adelante y
sigo al seguro en la ruta de la errancia.”
“El
cantor ciego”